Este año no hay “belén”

(La Virgen se está peinando entre cortina y cortina… y el pobre de San José no encuentra su mascarilla)

  • José: María, ¿tú sabes dónde la he puesto?… ya se me olvidan las cosas, eso es que voy para viejo.
  • María: la tiré a la basura que ya te la pusiste ayer, con estas cosas te he dicho que cuidado has de tener. Además… ¿a dónde vas a esta hora?, vigílame al niño, anda, mientras pongo la lavadora.
  • J: dime niño… ¿tú qué quieres?, ¿que leamos un tebeo o que te ayude con los deberes?
  • Niño: yo quiero bajar al parque a jugar con mis amigos, me aburro de estar en casa haciendo siempre lo mismo.
  • J: ¡ay del chiquirritín! menudo genio se nos gasta, ¿te ha dicho tu madre ya, que este año no hay belén y se suspende la cabalgata?
  • N: ¿y qué pasa con mis regalos?, ¿no van a venir los magos?, yo les he escrito la carta como hago todos los años.
  • J: ¿tú no sabes hijo mío, que en Oriente también están confinados?, los Reyes no pueden viajar y en Laponia tienen cierre perimetral, así que Papá Noel ha cerrado su almacén. Los renos están encantados y los camellos también. Pero no te preocupes que tu cumpleaños lo vamos a celebrar, haremos una reunión por “zoom” a la hora de cenar. Imagínate a los Magos, Santa y sus renos, los pastores y hasta Herodes… esta Nochebuena, como se conecten todos ¡armamos la “marimorena”!. Y ahora, ven, dale un abrazo al anciano de tu padre, que esta pandemia me tiene triste, y buena falta me hace.

Feliz Navidad y cuidaos mucho

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Asomada a la ventana

Rous Mary es una persona profundamente hedonista. Siempre con la sonrisa en los labios disfruta de la vida sea cual sea la estación.

Le encanta, por ejemplo, salir a pasear por la ciudad bajo el tímido sol de invierno con su abrigo de colores.

Tomarse los domingos un chocolate con churros en el bar de la plaza.

Calzarse las botas y caminar por el monte siempre que tiene ocasión.

Leer junto a la chimenea.

Invitar de vez en cuando a sus amigas a tomar té con pastas en el salón.

Ni el cambio de hora de otoño ni el nuevo “estado de alarma” han conseguido desanimar a Rous Mary. Asomada a la ventana, sueña con la próxima primavera y sonríe tras la mascarilla cuando se imagina…

Saliendo a pasear por la ciudad bajo una lluvia de verano con su paraguas de colores.

Tomándose los domingos un helado de chocolate en el bar de la plaza.

Caminando descalza por la playa siempre que se le presente la ocasión.

Leyendo bajo la sombra de los árboles.

Invitando a sus amigas a pinchos y cervecita en el jardín.

Y es que Rous Mary es una persona profundamente hedonista. Siempre con la sonrisa en los labios disfruta de la vida sea cual sea la estación… y las circunstancias.

(Ilustración de Milo Manara)

Cien días

¿Quién nos lo iba a decir?

Cien días, los he contado, cien días justos han transcurrido entre los (dos) cafés de aquella fría tarde de marzo en la que te despedí con un: “cuídate hermano, te voy a echar de menos”, y los (tres) cafés de esta tarde antesala del verano.

Ha pasado mucho tiempo, han mudado muchas cosas, pero las sonrisas continúan intactas y los abrazos siguen siendo igual de alentadores.

Gracias a los dos, esta noche me voy a la cama con Woody Allen.

Fase 2

Después de dos meses asomada a la ventana y revoloteando tímidamente y en contadas ocasiones sólo por su barrio, Campanilla estaba deseando que llegase este lunes para echarse a volar por toda la ciudad sin límite de tiempo. Sus alitas ya se mueven inquietas. Tal vez mañana os sorprenda una fina lluvia de polvo de hadas.

La preciosa imagen que ilustra esta entrada es de Pablo Prados.

La marquesa está triste…

La marquesa está triste… ¿qué tendrá la marquesa?

La Marquesa del Recopete ha estado en los últimos meses casi siempre al borde de una crisis nerviosa. Pobrecita la marquesa, obligada por las circunstancias a permanecer encerrada en su casa de la Castellana (un ático de 300 metros cuadrados de nada, con una terracita de 150) con la única compañía de su asistenta colombiana Mª de los Remedios.

Ha sido terrible tener que suspender su viaje de cada Semana Santa a un destino exótico. Ella que ya se veía luciendo los modelitos exclusivos que se había comprado en la Milla de Oro, paseando su palmito por las paradisíacas playas de Aruba.

Ha sido terrible ver como se cancelaban en su agenda eventos de alto standing, cócteles de inauguraciones, photocalls y reuniones con las amigas del club de golf.

Ha sido terrible tener que hacer el tremendo esfuerzo de seguir los ejercicios de su personal training por videoconferencia.

Ha sido terrible verse obligada a prescindir de los cuidados de su esteticista, de su masajista y de la manicura diaria.

Pero lo más terrible de todo ha sido, ante el avance inexorable de sus canas, tener que recurrir a las inexpertas manos de Mª de los Remedios para que le aplicase el tinte del supermercado.

Indignada por tamaños despropósitos ella también decidió manifestarse contra las medidas represoras que coartaban su LIBERTAD.

Se vistió discreta pero elegante para la ocasión, con traje de firma que acompañó de un pañuelo rojo y gualda (made in China) y una mascarilla ffp3 adquiridos días antes en Internet.

Acompañada de Mª de los Remedios, que sostenía la cacerola, se unió a los gritos de “GOBIERNO DIMISIÓN” en animada concurrencia con los vecinos que llenaban su calle.

Tres días seguidos salió a manifestarse. Tres días seguidos Mª de los Remedios la acompañó cacerola en mano. Al cuarto día se sintió algo indispuesta y le ordenó a Mª de los Remedios que acudiese con la cacerola a manifestarse por ella.

Han pasado las semanas, se han relajado las medidas del gobierno, pero la pobrecita Marquesa del Recopete sigue contrariada. Y es que, después de pasar más de tres semanas ingresada en un hospital público, respirando gracias a un tubo introducido en su tráquea, hoy por fin le han dado el alta… Pero al llegar a su casa se ha encontrado sobre la mesa de la cocina, junto a una cacerola, una nota de Mª de los Remedios que reza: “Lo siento señora, pero aquí la que dimite soy yo, así que a partir de ahora ocúpese usted de la cacerola”

Oportunidad perdida

Tan sólo era un modesto empleado de banca con una vida bastante anodina, pero todas las mañanas de lunes a viernes, aguardaba impaciente a que dieran las 11:00. Eran los treinta minutos más deseados del día. Apagaba la pantalla de su ordenador, se ponía la americana, iba un momento al baño a comprobar su aspecto ante el espejo y salía como una exhalación por la puerta de la sucursal.

Ocupaba casi siempre la misma mesa y mientras esperaba inquieto a ser atendido por ella se repetía mentalmente: ” hoy se lo voy a decir… hoy se lo digo”

_ “Buenos días señor Álvarez, ¿le sirvo lo de siempre?”

_ “Sí… sí, por favor”, acertaba a balbucear visiblemente turbado, e inmediatamente se escondía tras el periódico. Luego la observaba de reojo, la veía moverse entre las mesas resuelta y vivaracha atendiendo al resto de la clientela, siempre con esa sonrisa de la que él se había perdidamente enamorado en secreto. Y es que no podía evitarlo, el corazón se le aceleraba cuando ella le traía su café.

_ “Aquí tiene, muy caliente y con espuma como a usted le gusta, ¿desea algo más?” … (breve pausa muy dramática)

_ “No… no, gracias”, respondía torpemente mientras le entregaba las monedas y notaba entonces el leve roce de su mano. En ese momento se ponía rojo como un tomate y volvía a esconderse tras el periódico. Terminaba el café y regresaba cabizbajo a la oficina, maldiciendo su desmedida timidez y su innata torpeza. Y así un día tras otro armándose de valor para luego, por su cobardía, fracasar en el intento.

Casi dos meses de confinamiento no consiguieron que dejase de pensar en ella ni un sólo día. Por eso el primer lunes de la fase 1 de la desescalada, regresó a la cafetería decidido y animado, dispuesto a confesar su amor, pero ella no estaba… tampoco apareció el martes, ni el miércoles, ni la semana siguiente… ni las siguientes.

Ahora le atiende un camarero joven y taciturno que además de negarle los buenos días, le sirve el café templado y sin espuma.

Función cancelada

BENVOLIO

Huye, Romeo.

La gente acude y Teobaldo está muerto.

Si te alcanzan, vas a ser condenado a muerte.

No te detengas como pasmado.

¡Huye, huye!

Yo tendría que haberte prestado hoy mi cuerpo y mi voz para hacerte visible.

Tú me habrías prestado una vida distinta durante hora y media, querido Benvolio.

No ha podido ser esta vez… el teatro de momento, ha de permanecer también en cuarentena.

Cambio de planes

Si nada de esto hubiese ocurrido, hoy habría caminado por el valle del silencio, con mis botas de montaña, y los ojos asombrados a cada paso.

En cambio me he pasado el día viendo llover detrás de la ventana, en zapatillas de andar por casa, afanada en cosas intrascendentes.

No importa… tan sólo es un eventual cambio de planes.

Por los pelos

Siempre me ha parecido prodigiosa la habilidad de María con las tijeras. Mientras su mano izquierda maneja el peine con rigor sometiendo cada mechón, la derecha sobrevuela alrededor de mi cabeza con la velocidad de un colibrí: “chas, chas, chas”… y unos pocos minutos bastan para que cada pelo ocupe su debido lugar con su exacta longitud.

Hoy me armé de valor y me atreví a esgrimir las tijeras yo también. El molesto pelo delante de los ojos estaba distorsionando mi visión del mundo, así que resuelta y con mano firme he intentado emular a María y me he recortado el flequillo yo solita.

Lo cierto es que ahora veo el mundo con más claridad pero… cuando me he mirado en el espejo, me he dado cuenta de lo mucho que echo de menos la prodigiosa habilidad de María, mi peluquera de toda la vida.