Cien días

¿Quién nos lo iba a decir?

Cien días, los he contado, cien días justos han transcurrido entre los (dos) cafés de aquella fría tarde de marzo en la que te despedí con un: “cuídate hermano, te voy a echar de menos”, y los (tres) cafés de esta tarde antesala del verano.

Ha pasado mucho tiempo, han mudado muchas cosas, pero las sonrisas continúan intactas y los abrazos siguen siendo igual de alentadores.

Gracias a los dos, esta noche me voy a la cama con Woody Allen.

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Happy birthday “sister”

Tiene un talento “bárbaro” para atrapar las emociones que constantemente revolotean por su cabecita inquieta, y con pluma veloz darles forma y nido de palabras hermosas.

Fue a nacer en Barcelona un día de San Isidro porque ella es así de especial.

Una noche de poesía su “almita romántica” fue a coincidir con otra mucho más traviesa, la mía, y desde entonces no paro de provocarla para que juegue todo el rato al “aquí y ahora”.

No sé si seré o no una buena influencia, pero cuando consigo que aparque por un rato su interminable cuestionario de futuro ansioso, la veo mucho más risueña, así que… “sister”, vayámonos a la terraza a celebrar descalzas y sin filtros el hoy, que mañana será otro día.

Cuarentena

Ambos eran de vivir el presente, solventar los problemas a medida que surgían, tomarse las cosas con humor, fluir y hacer planes a muy corto plazo.

Se conocían bien, a veces les bastaba una simple mirada para entenderse, muchas “batallas” libradas y muchas conversaciones en torno a un café habían reforzado la confianza mutua.

El nuevo escenario obligaba a un prolongado paréntesis, por eso se despidieron con un abrazo más intenso que de costumbre.

_ Cuídate hermano, te voy a echar de menos.

El protocolo de cuarentena se activaría al día siguiente.