Después de dos meses asomada a la ventana y revoloteando tímidamente y en contadas ocasiones sólo por su barrio, Campanilla estaba deseando que llegase este lunes para echarse a volar por toda la ciudad sin límite de tiempo. Sus alitas ya se mueven inquietas. Tal vez mañana os sorprenda una fina lluvia de polvo de hadas.
La preciosa imagen que ilustra esta entrada es de Pablo Prados.