Me han hackeado la tarjeta de crédito. No es la primera vez, así que la sensación de vulnerabilidad ha sido menos acusada. Lógicamente me he puesto en contacto con mi entidad bancaria para advertirles del cargo fraudulento y hemos iniciado el protocolo acostumbrado.
Lo primero anular dicha tarjeta, y después rastrear los movimientos efectuados con la misma. El apunte sospechoso provenía de algún lugar de Londres y se realizó la víspera de San Valentín, aunque yo me percaté del mismo tres días después.
Lo curioso de este asunto ha sido el modus operandi del presunto ladronzuelo. El individuo/a en cuestión se ha gastado en flores el equivalente a 120 libras esterlinas, ya que la primera operación nos conduce a una floristería londinense. Pero ahí no se queda la cosa, al día siguiente intentó usarla de nuevo, hasta en tres ocasiones, esta vez en un restaurante exótico. Pero ya no le funcionó, el pago fue denegado sucesivamente.
No he podido evitarlo… Me he puesto a fantasear otra vez y he visto con claridad la embarazosa situación.
Él se remueve nervioso en la silla mientras balbucea una excusa torpe ante la mirada inquisitiva y amenazante del camarero. Ella, con evidente disgusto, está empezando a sospechar que su madre tiene razón cuando le advierte que ese muchacho no es “trigo limpio”.
La tensión va “in crescendo” cuando aparece en escena el dueño del restaurante alarmado por el alboroto. Los comensales de las mesas aledañas han empezado a prestar atención a la azorada pareja, mientras murmuran y hacen gestos reprobatorios censurando su comportamiento. Visiblemente alterada ella se ha levantado de la mesa. Tras dedicarle un exabrupto y arrojarle las flores a la cara, ha salido disparada entre sollozos hacia la puerta.
El autor de tan “romántico” fraude se deja conducir a las cocinas sin oponer resistencia. Tan solo deseaba impresionarla, y ahora solo desea que la tierra se lo trague. Había imaginado terminar la noche de San Valentín de un modo más placentero pero lo más probable es que termine, en el mejor de los casos, fregando platos en las cocinas de un restaurante exótico.
Lo siento por ti chaval, has sido muy torpe, yo he recuperado mi dinero a las 24 horas, pero tú… Tú te has quedado compuesto y sin novia.