En el tren
56 minutos… ese era el tiempo que tardaba el tren de las 17:15 en recorrer la distancia entre Vigo y Santiago. Apenas una veintena de pasajeros en todo el vagón. Se acomodó en su asiento, se quitó la bufanda, conectó los auriculares a su móvil y se entretuvo en observar el paisaje que iba quedando atrás. La oscuridad del túnel propició una imagen de casi espejo y fue entonces cuando notó que él la observaba a unas cuatro filas de distancia.
Giró despacio y disimuladamente la cabeza hasta tropezarse con aquel par de ojos verdes… pues sí, el reflejo de la ventanilla no mentía, aquella mirada iba dirigida sin duda a ella. Tardó algunos minutos en unirse al juego pero … ¿por qué no?, lo más probable es que sólo coincidiesen durante ese viaje. Dos desconocidos que cruzan sus vidas un instante fugaz… nada que perder.
No necesitaron manos para desnudarse, les bastó sostenerse la mirada y dejar el resto a la imaginación.
“Próxima estación Santiago de Compostela, next stop Santiago de Compostela”.
Él volvió entonces la atención hacia su acompañante que, sentada a su lado, acababa de despertarse. Ella se envolvió en la bufanda, comprobó que no se dejaba nada en el asiento y se encaminó a la salida. Sólo hubo un brevísimo contacto, el de su abrigo contra el codo de él apoyado en el reposa-brazos al cruzar el pasillo a su altura.
Terminaron el juego, él proseguía viaje hasta A Coruña. Se giró para verla por última vez mientras se mordía el labio inferior y ella… le devolvió la sonrisa.
Continuará…