Asomada a la ventana

Rous Mary es una persona profundamente hedonista. Siempre con la sonrisa en los labios disfruta de la vida sea cual sea la estación.

Le encanta, por ejemplo, salir a pasear por la ciudad bajo el tímido sol de invierno con su abrigo de colores.

Tomarse los domingos un chocolate con churros en el bar de la plaza.

Calzarse las botas y caminar por el monte siempre que tiene ocasión.

Leer junto a la chimenea.

Invitar de vez en cuando a sus amigas a tomar té con pastas en el salón.

Ni el cambio de hora de otoño ni el nuevo “estado de alarma” han conseguido desanimar a Rous Mary. Asomada a la ventana, sueña con la próxima primavera y sonríe tras la mascarilla cuando se imagina…

Saliendo a pasear por la ciudad bajo una lluvia de verano con su paraguas de colores.

Tomándose los domingos un helado de chocolate en el bar de la plaza.

Caminando descalza por la playa siempre que se le presente la ocasión.

Leyendo bajo la sombra de los árboles.

Invitando a sus amigas a pinchos y cervecita en el jardín.

Y es que Rous Mary es una persona profundamente hedonista. Siempre con la sonrisa en los labios disfruta de la vida sea cual sea la estación… y las circunstancias.

(Ilustración de Milo Manara)

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Instantes fugaces (última parte)

Ojos verdes

Se sacudió la arena de los pies, guardó la sombrilla en el maletero y arrancó su coche para regresar a casa. Por el camino encendió la radio, una emisora nostálgica que emitía rock de los 80 y 90 llamó su atención y durante un buen rato tarareó una tras otra las canciones, se las sabía casi todas, tener cierta edad concede esos privilegios, pensó. 

Pero enmudeció de repente al escuchar un estribillo inconfundible: “Baby I love you, come on baby, baby I love you, baby I love only you”.

Tuvo que aparcar en el arcén y respirar hondo… acababa de desvelar el misterio de aquellos ojos verdes. Mientras seguía sonando el tema de Ramones, cerró los ojos y viajó atrás en el tiempo, a sus diecisiete años.

Otoño, palacio de los deportes de Riazor… su primera vez para muchas cosas.

¡Era él, era él, estoy segura! primero en el tren, ahora en la playa… el azar es realmente caprichoso.

Al llegar a casa se sirvió una cerveza y seleccionó en su lista de Spotify la dichosa canción… después se metió en la ducha, sonriendo con cierta nostalgia.