Fue poner el pie en la arena y comenzar a llover con ganas, hice bien en traerme mi paraguas de colores a la playa. Es casi un ritual, comenzar el año respirando mar, escuchando batir las olas, sintiendo la brisa en la cara y el pelo moviéndose al compás del viento.
Hace justo un año me acerqué también a la playa, esa tarde recuerdo el cielo azul y un sol de invierno esplendoroso.
De vuelta en casa me senté delante del ordenador y germiné este blog pequeñito de “la gata”, un blog que ha ido creciendo tímido a la sombra de su hermano mayor, el blog de “Marieta” que es más pragmático y menos íntimo. Sois pocos los lectores de este blog que acaba de cumplir su primer año, pocos pero selectos y apreciados, y está bien que así sea.
Espero que dentro de un año pueda escribiros de nuevo a mi regreso de la playa y siga teniendo cosas bonitas que contaros, hasta entonces procurad ser muy felices.
