En mi casa los libros son considerados tesoros. Nuestra biblioteca es diversa y ha ido creciendo siempre, desparramada ya por la mayoría de las estancias. No sólo hay libros en la sala de estar, también los hay en las habitaciones, en el gabinete, en el desván y hasta en la cocina. Afortunadamente hay libros por casi todos los rincones.
Tenemos un estantería especial para los que yo llamo “libros/amigos”, esos que lucen en la primera página la dedicatoria cariñosa de su autor/autora. Con bastantes de esos escritores me unen, para mi dicha, lazos de amistad. He escogido treinta de ellos, treinta libros/amigos para celebrar este día agradeciéndoles que continúen escribiendo para que una “leona” como yo pueda seguir devorando historias.
Historias que invitan a soñar, a reflexionar, que conmueven, que sorprenden, que entretienen, que sacuden el corazón y expanden la mente. Historias que son bálsamo, refugio, alimento para el alma. Y es que pocas cosas hay más placenteras en la vida que sentarte en tu rincón favorito con un libro en las manos.
Benditos sean los libros, pero sobre todo benditos sean los que escriben y nos nutren de emociones.