Aquelarre literario

De lo que se come se cría, dice el refrán, por eso pensó que lo más apropiado sería prepararse una suculenta sopa de letras”.

Añadió también al humeante caldero unos arenques ricos en Omega 3, por aquello de mantener saludables las células del cerebro. Unas nueces para mejorar la memoria y un puñado de arándanos para prevenir fallos en las neuronas.

No era esta lo que se dice una receta muy ortodoxa, pero bueno… tal vez funcionase y , con suerte, llegaría con los “deberes” hechos a su primer aquelarre literario. Mientras removía aquel mejunje hizo un poco de autocrítica.

Cierto era que su musa la había abandonado, se fue de vacaciones al sur porque tanta lluvia la estaba dejando mustia, pero no sería justo culparla a ella del problema. La culpa más bien la tenía esa manía suya de dejarlo todo para última hora.

Estaba segura que sus nuevas compañeras del “taller de escritura para meigas“, habrían preparado su tarea con esmero y suficiente antelación, pero ella, que siempre se las apañaba para tener mil frentes abiertos, era la reina de la procrastinación… bueno, en este caso la bruja de la procrastinación.

Y ahora estaba allí, de pie frente al atril, rodeada de 13 pares de cautivadores ojos pendientes de sus palabras. Respiró hondo, carraspeó levemente para aclarar la voz, e inició su lectura…

De lo que se come se cría, dice el refrán, por eso pensó que lo más apropiado sería prepararse una suculenta sopa de letras”.

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